lunes, 13 de abril de 2015

Historia Oculta de la Música - El Canto Gregoriano

¡Recordad!

Recordad cómo nuestros ancestros usaban la música como medio para trascender la existencia y atravesar el umbral que conducía al plano metafísico. Cuando las grandes civilizaciones surgen en la frontera entre la prehistoria y la historia, los poderes dominantes comenzaron a acaparar este poder que proporcionaba la música y a intentar impedir su uso por parte del pueblo. Así se alzaron las pirámides y los zigurats, los templos fenicios y los grecorromanos.

Tras la caída del Imperio Romano de Occidente la liturgia cristiana se encuentra dividida en cuatro escuelas principales de canto. Se atribuye al papa Gregorio I (590 - 604 d.E.C), más tarde mitificado como San Gregorio Magno, la génesis del Canto Gregoriano. 



Pero las misteriosas y anónimas melodías que formaron el Canto Gregoriano en sus orígenes surgieron realmente unos dos siglos más tarde, durante el Imperio Carolingio. Carlo Magno, tras ser coronado Emperador y Heredero del Antiguo Imperio Romano de Occidente intenta valerse del cristianismo y su liturgia como herramienta para expandir el nuevo imperio y controlar las mentes de todos los habitantes de la vieja Europa (algo que ya hizo, en uno de los momentos más cruciales de la historia, Constantino cuando adoptó para toda Roma el cristianismo como religión oficial con el infame Edicto de Milán (313 de la Era Común)).




Carlomagno comienza a sustituir los distintos ritos usados en la Europa cristiana por el nuevo Canto Romano (una mezcla del canto galicano y el viejo canto romano). Esta "romanización" de la música sacra tuvo su paralelo en la arquitectura con la nueva manera de concebir los santuarios y templos que cristaliza en un nuevo estilo, el románico, que levanta iglesias donde un dios severo y patriarcal quiere hacer olvidar los nuevos cultos que comenzaban a adorar a la antigua Diosa Madre en su nueva forma de Virgen María, y que se extendían por Europa con rapidez.




El Canto Gregoriano era el último enlace con la música sacra de la antigüedad, el único resto la música litúrgica que se cantó dentro de las pirámides egipcias, en lo más alto de los zigurats, en lo más profundo del Templo de Salomón. Esta música estrictamente vocal y monódica describe los atributos de dios, pero del dios patriarcal  cristiano-hebraico: es atemporal, severa, abstracta..., infinita como dios al generarse a sí misma hasta el infinito..., con una unidad indestructible que huye del cambio y el devenir, es siempre igual, es la esencia única e inmutable del ser del dios judeocristiano.

El Canto Gregoriano era una música concebida para alejar al pueblo de dios y que este solo pudiera acercarse a él dentro del templo destinado al efecto y por mediación del sacerdote. Por ello era cantada en latín, el idioma de la élite eclesiástica y huía de las lenguas vernáculas que florecían a su alrededor.



El Canto Gregoriano eludía el ritmo que era lo que aludía a lo terrenal. Eludiéndolo se convierte en el canto de dios, atemporal, celestial superior, que huye de lo mundano, de los golpes rítmicos del pueblo que trabaja, que danza y que golpea sus instrumentos imitando a la naturaleza, al canto de la antigua diosa. Con los villancicos, las frottolas, las chansons (manifestaciones del sentir del pueblo) lo rítmico (que humaniza la música, acercándola a las emociones del pueblo) se hace más presente. Esto se contrapone a lo eterno y atemporal que simbolizan los motetes y las misas.



Más tarde, cuando en el cuatrocento y el renacimiento el ritmo se convierte en un elemento primordial de la música tanto profana como sacra, ¡¡¡en la base seguirá presente la melodía del canto gregoriano!!!… un conjuro poderosísimo, un caballo-de-troya introducido para que justo cuando la música se humaniza, mostrando las atávicas emociones del pueblo, el canto gregoriano sigua presente atándolo todo desde la base para que nadie pueda evitar sentir el sentimiento más fuerte de todos, el que nos ata a dios, a lo divino, y nos aparta de lo terrenal y lo mundano, atrapándolo todo bajo el poder absoluto de dios.

La iglesia usa este conjuro durante toda le edad media para controlar la mentalidad del pueblo, solo dejándoles ir sutilmente para que se crean libres sin serlo realmente. La polifonía surge quiere elevarse libremente hacia las alturas, pero en la base el tenor, el que tiene, sigue siendo la base de todo. Son dos elementos enfrentados: la grandeza de lo eclesiástico y atemporal, lo divino de la música sacra contra lo humano de la música rítmica que refleja las emociones, alegría y dolor, tristeza y melancolía…

Podéis comprobar cómo esta antítesis se sintetiza en este motete de Orlando di Lasso:


Y esta batalla épica por el control de las mentes a través de la música durará aún muchas más centurias...


Bar-Gal, Hijo de las Aguas Primordiales